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Así, en virtud de una Pragmática de 22 de febrero de 1496 de los Reyes Católicos, fruto de los acuerdos tomados en las Cortes reunidas en Medina del Campo, se implanta el servicio militar por primera vez con carácter general y obligatorio, a diferencia de lo que vimos con el fonsado del que sólo se libran los pobres de solemnidad “que demanden ó para quien se demanda limosna, los criminales y las gentes de mal vivir”ssss1.

Finalmente, los Tercios, gestados durante el reinado de los Reyes Católicos y a consecuencia de la guerra de Granada, supuso el inicio de la profesionalización de las huestesssss1.

Como consecuencia de la formación del moderno ejército, y de la necesidad de mantener su disciplina, surge un Derecho referente a la guerra u organización militar cuya fórmula jurídica estaba, todavía, en proceso de elaboraciónssss1.

Sostiene de Querol y Durán que durante el periodo anterior a la creación de los ejércitos permanentes no puede hablarse de “leyes militares íntegra y propiamente dichas, ni menos de Ordenanzas en el sentido castrense tradicional de esta palabra, mientras se trate de reglas jurídicas, sueltas o más o menos agrupadas, pero sin unidad e independencia”, es decir, desde el momento en que la misión de los institutos armados se ha convertido en función normal de la actividad estatalssss1.