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El desarrollo de las armas de fuego, con la aparición de los cañones y arcabuces, no hizo sino confirmar la nueva dirección que los ejércitos iban a tomar hacia la organización burocrática y la disciplina militarssss1.

La infantería cobra de nuevo la importancia histórica que tenía reservada en detrimento de la caballería entendida como formación aislada. De lo que ahora se trata, es de movilizar y organizar al mayor número de hombres mediante la instrucción (alarde) y el empleo de las nuevas tácticas y estrategias militares frente al individualismo de los ejércitos feudales, que únicamente se inspiraban en el valor y honor caballeresco.

De esta suerte, se van alineando los elementos necesarios para la gestación del ejército permanente, y que a juicio de Rojas Caro se produce cuando se dan tres fenómenos históricos: el servicio militar obligatorio (instaurado en 1496), la formación de los Tercios (creados en 1534) y el establecimiento de un mando centralizadossss1.

Con la creación del ejército real, permanente y pagado con fondos públicos, aparece le figura del Capitán Generalssss1 en 1480 “para resumir en una sola persona, que depende inmediatamente de la Corona, el mando supremo de un ejército”ssss1. Administrativamente, y desde sus orígenes, el Capitán General estaba asistido en su cargo por el Maestre General, Sargento General de batalla, Auditor y Preboste, que venían a configurar un antecedente del moderno Estado Mayorssss1.