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Un tercer punto de interés para los juristas es que cada sistema de inteligencia artificial tiene un objetivo determinado en su función. Esta característica dentro del concepto de inteligencia artificial concreta es importante puesto que limita mucho los problemas a los que nos vamos a encontrar y facilita la sistematización de los mismos. Así, el acotar el ámbito de aplicación también permite concentrases en medidas para evitar un impacto negativo en los derechos fundamentales de los ciudadanos, facilitando las medidas exigidas de protección al estar el ámbito de actuación muy limitado.

Por último, la definición del grupo de altos expertos, aunque no lo numera expresamente, indica que los sistemas inteligentes no son capaces de adivinar lo imprevisto ni de crear algo de la nada. Todo aprendizaje, intento de predecir el futuro o realización de tareas se basa en precedentes que pueden venir de los datos o de situaciones que dan información de supuestos parecidos anteriores pero no es capaz de actuar de forma efectiva ante situaciones completamente nuevas. Hay que descartar, en el análisis jurídico, cualquier intento de equiparar las acciones de los humanos con las de los sistemas inteligentes por muy eficaces que puedan ser. Hoy por hoy, no existe un sistema inteligente capaz de reaccionar como un humano, aunque puede realizar tareas humanas con mayor eficacia. Por poner un ejemplo, los coches autónomos tienen serias dificultades de identificar señales de tráfico cuando las situaciones no son ideales. Así, que una señal esté doblada o que tenga pegatinas en su superficie hace que el vehículo no sea capaz de identificarla de forma apropiadassss1. Lo que para un humano es un problema que se resuelve sin pensar para una máquina puede no tener solución que, en la vida real, sí puede tener un impacto jurídico importante.

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