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Para entender el trabajo herculino de concretar un conceptossss1 podemos detenernos en el enfoque que realizan Macnish, Ryan y Stahl, en que parten de una definición muy genérica, parecida a la realizada por la OCDE, considerando a la inteligencia artificial como aquellas tecnologías con la capacidad de realizar tareas que requerirían de inteligencia humana, como pueden ser la percepción visual, el reconocimiento de habla o la traducción de lenguassss1, para continuar con la diferenciación entre inteligencia artificial general y concreta, que ya hemos visto anteriormente. Basándose en un estudio global sobre inteligencia artificial realizado por Elsevierssss1, resaltan que se debe de establecer la definición dependiendo del campo concreto en el que es utilizada y no centrándose en una definición genérica lo que nos lleva a la falta de claridad de la misma cuando se lleva a un campo concretossss1. En este aspecto podemos diferenciar cuatro campos (olas) generales de aplicación de la inteligencia artificial: la inteligencia artificial de internet, la inteligencia artificial del negocio, la inteligencia artificial de la percepción y la inteligencia artificial autónomassss1, lo que permite adaptar el concepto de la inteligencia artificial en campos dependiendo del tipo y de los datos que va a necesitar. Así, la inteligencia artificial de internet empezó en la primera mitad de la primera década del S. XXI con los algoritmos recomendadores de contenidos, los editores de contenidos o los generadores de fake news. La segunda es la relacionada con su utilización para gestionar las empresas, los sistemas de crédito de los bancos, publicidad personalizada. La tercera está desarrollándose en sistemas de visión, reconocimiento facial y lingüístico, o los chatboots. Finalmente, la cuarta está en conexión con los sistemas automáticos como puedan ser los coches o la robótica aplicada a la agricultura.

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