Читать книгу La educación sentimental онлайн
9 страница из 36
No puede conciliar el sueño, piensa en escribir a Louise el amargo resultado de la lectura. Pero ni eso es posible, la relación, en ese momento, está rota entre celos y malentendidos. Meses más tarde, volverán las cartas con esa angustia que a menudo le asalta, temiendo una crisis, sintiéndose enfermo sin estarlo: «La deplorable manía del análisis me agota, le escribe. Dudo de todo, e incluso dudo de mis dudas».
Pero este Gustave Flaubert de 1849, que he querido hacer visible en el pequeño relato, ya no es el que trabaja entre 1864 y 1869 en La educación sentimental. Ahora ya es un escritor reconocido, sobre todo por su obra Madame Bovary. Ya ha publicado Salambó, sigue trabajando en La tentación de San Antonio, y siempre, como desde hace un tiempo, en su inacabada Bouvard y Pécuchet. Sin embargo, la exigencia del autor, su obsesión por el estilo, por la palabra exacta, que para él es la única, le lleva a tener grandes dudas y a hacer grandes esfuerzos en su redacción, como él mismo confiesa a través de la correspondencia que mantiene con sus amigos y, sobre todo, en esta etapa, con George Sand.