Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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Para febrero de 2019, el titular de la Fiscalía N° 4 llevaba adelante la Causa Cuadernos, una de las acusaciones más importantes contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y parte de su gabinete. La dirigente había prestado declaración indagatoria en dos oportunidades ante el juez Claudio Bonadio, quien luego de ello la había procesado como “jefa de una asociación ilícita” y le dictó la prisión preventiva, acto que nunca se ejecutó por poseer fueros como senadora nacional.

El conflicto no radicaba en investigar hechos de corrupción de gobiernos anteriores; si los hubo y hay pruebas, es labor de la Justicia. El problema residía en la calidad y legalidad de prueba que tenía para ir detrás de una de las figuras políticas más importantes de la última década. Muchas de las personas que declararon en la causa habían estado coaccionadas o extorsionadas. Claudio Bonadio y Carlos Stornelli no podían desconocerlo. Por eso, cuando el fiscal federal denunció a D’Alessio buscó un despacho más amigable que el de Ramos Padilla; y pareciera ser que encontró en Ercolini su propio reflejo.

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