Читать книгу El sexo oculto del dinero. Formas de la dependencia femenina онлайн
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María y Magdalena —virgen y prostituta— representan los dos lugares posibles para una mujer, lugares que, además, se presentan como antagónicos y a los que se les atribuye características específicas y valoraciones sociales muy definidas. Mientras el lugar de madre —con sus roles específicos— va a estar coronado con la aureola de la bondad, generosidad, altruismo y resignación, el lugar de prostituta va a soportar el estigma de un supuesto desafecto, interés, malignidad, etc. Un lugar va a ser enaltecido y el otro denigrado (a menos que se redima con el arrepentimiento que implica reconocer su «innegable» culpabilidad).
Uno va a ser el reservorio de las bondades divinas y el otro expresión de lo demoníaco.
Es así como el dinero, en relación a la mujer, está unido desde los albores de la historia a la prostitución y va a mantener, a través de los tiempos, un halo pecaminoso.
A partir de la revolución industrial, cuando la familia deja de ser una unidad de producción y se reafirma la división entre ámbito público y privado, se enfatizan también los roles y funciones masculinos y femeninos. El ámbito público aparece claramente asignado al hombre y el privado a la mujer. Según las vicisitudes económico-políticas, los distintos gobiernos usarán a las mujeres y usufructuarán de los réditos económicos de sus actividades (públicas como domésticas). Es así como en época de guerra, en que los hombres van al frente o cuando deben colonizar zonas inhóspitas y desconocidas, las mujeres son llamadas al trabajo fuera del hogar para «contribuir económicamente al desarrollo de la nación», recibiendo, a pesar de su dedicación esmerada, retribuciones menores de las que reciben los hombres en iguales circunstancias. En cambio, en épocas de recesión y crisis económica son impulsadas a volver a los hogares para «combatir la desafectivización y evitar la destrucción de la familia». En estas oportunidades se las aleja de los lugares de producción rentada para ofrecer esas vacantes a los hombres quienes, además, usufructúan los beneficios económicos del trabajo doméstico no remuneradossss1.