Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Entonces, Becky decidió comenzar a practicar la gratitud. No se dedicó a negar los desafíos ni a pretender que todo era perfecto, sino a apreciar la belleza del momento. “Comencé a agradecer por las sobras de la cena de ayer, así no tenía que cocinar hoy; por el perfume de mi bebé recién salido del baño... Y descubrí que a menos que bajara la velocidad y le agradeciera a Dios en el momento, el estrés del día me robaría estos detalles. Comencé a escribirlos en mi diario de oración, y con el tiempo la gratitud cambió mi vida”.

Becky se dio cuenta de que Dios la estaba invitando a dar gracias en los momentos más difíciles, a usar la gratitud como un arma de contraataque. Cuando se sentía cansada y no había dormido lo suficiente, Dios la invitaba a dar gracias por lo que sí tenía: un plato de comida. Cuando no tenía tiempo para responder a todos sus correos electrónicos, podía dar gracias por los dos que sí había logrado contestar. Cuanto más intencional era ella en su gratitud, más la llenaba Dios de gozo y energía, porque el “agotamiento es una oportunidad para experimentar el poder de Dios”.

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