Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Haz una pausa y considera todo lo que ya tienes. Recuerda todas las batallas que el Señor ya ganó por ti. Escoge ser agradecida y no olvidadiza. Entonces, erige una piedra emocional en tu alma, inclina tu cabeza y susurra una oración de agradecimiento.
¡Gracias, Señor, por ayudarme hasta aquí! No lo hubiera logrado sin tu compañía. Todos estos años, tú me guiaste de la mano, supliendo cada una de mis necesidades. Me diste más de lo que me atrevía a soñar o a pedirte; más de lo que nunca pueda merecer. Hoy solo quiero agradecer.
20 de febrero
Recuerda recordar
“¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de transmitirlas a tus hijos y a tus nietos” (Deut. 4:9, NTV).
Cierto día, fui al supermercado en mi bicicleta roja. Mientras regresaba a casa, comenzó a llover. El olor del asfalto mojado me transportó a mi infancia, como una máquina del tiempo. Me llevó en un instante a los veranos en Buenos Aires. A los ríos de agua de lluvia tragados por las alcantarillas sedientas. A las flores del Jacarandá que teñían las veredas de rosa y las hacían resbaladizas. A la rayuela, la escondida y las bombitas de agua en Carnaval. Todos esos recuerdos, en los que no había pensado hacía mucho, salieron a la superficie empujados tan solo por un aroma, una fragancia familiar. Es fascinante notar toda la información que se alberga en nuestra mente, y a la que podríamos acceder si tan solo nos acordáramos de recordar. La Biblia nos insta, una y otra vez, a recordar. Dios nos invita a no olvidar el pasado, lleno de sus cuidados y su presencia.