Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Podemos pasarnos la vida comparando y rechazando. Sin embargo, por muchos girasoles que deshojemos, esto nunca resolverá nuestra inseguridad. La respuesta es vivir profundamente enraizadas en nuestra identidad en Cristo, sabiendo que nuestro valor ya está definido. Fuimos adoptadas por el Padre Celestial y esto nos convierte en hermanas. Somos órganos de un mismo cuerpo, florecillas de un mismo girasol. Diferentes, sin duda; pero todas escogidas, valiosas y absolutamente necesarias.

Señor, cuando me encuentre con una mujer que me genere inseguridad, recuérdame que mi valor nunca está en juego. Cuando la belleza, la inteligencia o el talento de otra mujer me den envidia, recuérdame que somos pétalos de una misma flor. Unidas, giramos, siguiendo al Sol de justicia.

19 de febrero

Hasta aquí nos ayudó Jehová


“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 Sam. 7:12).

Esperé mi turno ansiosamente hasta poder acercarme. Entonces, extendí los dedos y apoyé mis manos suavemente sobre la pared fría. Inclinando la cabeza, junto con las demás mujeres, susurré una oración: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en él confiaré…” (Salmo 91).

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