Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Un día, mientras Pedro y Juan iban al Templo a orar, se encontraron con un hombre cojo. Sin conocer el poder del Espíritu Santo que moraba en los discípulos, el hombre les pidió tan solo unas monedas. Gracias a la misericordia de Dios, el mendigo cojo recibió algo muy diferente. Pedro le dijo: “No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hech. 3:6). Inmediatamente, este hombre cojo de nacimiento se puso de pie, y a los saltos comenzó a alabar a Dios.

Si hoy te toca comer un plato diferente del que ordenaste, elige confiar. No hay acontecimiento, por malo que sea, ni circunstancia, por difícil que sea, que Dios no pueda reciclar para tu bien.

Señor, cuando las cosas no salen como yo esperaba, ayúdame a confiar en ti. Aun cuando no pueda discernir la gloria de tus propósitos, ayúdame a creer que me amas y que jamás me abandonarás. ¡Tú haces que todas las cosas cooperen para mi bien! Amén.

16 de febrero

Nada me faltará


“Jehová es mi pastor; nada me faltará” (Sal. 23:1).

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