Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Al final, es una cuestión de confianza. Si creemos que Dios es generoso, y que no les niega cosas buenas a sus hijas, entonces podemos rendirle nuestros sueños. Podemos ponerlos sobre el altar con manos temblorosas. Podemos verlos morir, sabiendo que nada nos faltará. Porque no vivimos solo de pan, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios.
Padre Celestial, gracias porque tú eres un Dios generoso. Me diste a tu Hijo, Jesús, demostrando que nunca me negarías algo bueno, sin importar cuánto te cueste. Ayúdame a confiar en tu amor y sabiduría. Ayúdame a desear tu presencia en mi vida más que cualquier otra bendición. Enséñame a buscar el Pan de Vida más que los panes y los peces. Pongo mis sueños y anhelos en las manos de Jesús. Cuando tenga miedo o dudas, haz que vea las marcas de los clavos, la garantía de su amor.
17 de febrero
Los ojos que ven talento no miran con envidia
“Así que aliéntense y edifíquense unos a otros, tal como ya lo hacen” (1 Tes. 5:11, NTV).
Un síntoma de la envidia, que generalmente pasamos por alto, es la dificultad para reconocer y apreciar el talento de los demás. Alguien se para en la plataforma de la iglesia a cantar un solo, pero en lugar de apreciar la canción, nos obsesionamos con la única nota que no cantó perfecta. Una amiga hornea una torta y nos convida, y pensamos: No está mal, pero yo le hubiera puesto menos azúcar y más ralladura de limón. Generalmente, no vemos esto como envidia. Lo justificamos como apreciaciones honestas, o inclusive críticas constructivas. Sin embargo, si no somos capaces de celebrar los logros de otros y alegrarnos de corazón, no se trata más que de envidia camuflada. En Siervos para su gloria, Miguel Ángel Núñez reflexiona: “Cuando tenemos dificultad para reconocer el talento de otro, no es otra cosa sino una señal de envidia; nos autojustificamos con frases como: ‘No puedo aplaudir a otros porque entonces se podrían enorgullecer’. Pero la realidad es que en la Biblia frecuentemente encontramos a Dios elogiando a muchos de sus hijos”. ¡Es cierto: Dios no escatima elogios! Dios dijo que Moisés era el más humilde sobre la faz de la tierra (Núm. 12:3). Dios dijo que Job era un hombre justo e intachable (Job 1:1). Dijo que David era un varón conforme a su corazón (Hech. 13:22). Pablo, siguiendo este ejemplo de identificar y apreciar el talento, exhortó a los hermanos a imitar a Timoteo (Fil. 2:19-24).