Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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“¿Habían llegado los correos? ¿Había podido arrendar Helbig la barcaza, tal como se le había indicado? ¿Habrá sido posible contratar una tripulación experimentada de remeros?” Las preguntas se sucedían en la mente de los líderes.

Mientras seguían mirando tensos, Ising comentó a Karl, en alemán:

–También hubiese sido posible tomar el camino por tierra, a través de la selva. No estamos en época de lluvia. Pero, por seguridad, hemos preferido hacer el trayecto por el mar.

Inmediatamente, se explicó:

–Sabemos que traes mucho equipaje con equipamiento necesario para la misión y es muy difícil encontrar en Monrovia hombres honestos para las cargas. En un trayecto largo, de varios días de caminata por la selva, desaparecería más de una carga junto con sus encargados de transportarlas. Será tanto más sencillo y relajado con los hombres que vendrán a buscarnos desde Palmberg.

A la luz de aquel contexto, parecía una decisión sensata. Los marineros bajaron la ya conocida escalera de cuerdas por el casco de estribor. El mar seguía sorprendentemente tranquilo y la superficie del agua se mantenía casi lisa. Entre tanto, había salido el sol y estaba ya bastante alto en el horizonte. Los tres miraban concentrados el hormiguero humano que se había formado al nivel del agua.

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