Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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Los tres eran los únicos pasajeros que figuraban en la lista de desembarque del oficial de turno.

Hacia la costa se veía una multitud de pequeños puntos negros. Eran las múltiples embarcaciones que venían en dirección a la nave. Algunos de los botes ya estaban llegando al barco. El cuadro se había animado poco a poco. Karl sentía latir su pulso hasta el cuello: estaba nervioso. Se esforzó para dar la impresión de calma y serenidad. No era un momento para preguntas innecesarias o comentarios inapropiados. Al contrario, la tensión flotaba en el aire.

“Por favor, Señor, haz que esto vaya bien...”, musitó en silencio una oración. “Hasta aquí me has guiado, ¡pero ahora esto se pone serio!”, agregó para sí. Finalmente, se dijo con seguridad: “De alguna manera tendré que salir bien de esta”.

Sus dos secretarios observaban concentrados a la pequeña armada de botes para detectar la embarcación que esperaban. Conscientes de que en África los relojes marchan un tanto diferentes, estaban ansiosos de saber si lo planeado con tanto detalle se iba a cumplir y si podrían seguir el viaje todavía esa mañana.

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