Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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Karl había solicitado al camarero que lo despertara, porque no quería perderse por nada el momento de la llegada. De todos modos, no hubiese sido necesario: el traqueteo de las cadenas del ancla al caer y la sirena de niebla lo habían sacudido lo suficiente. Se encontraba en la cubierta superior, solo y muy contento de que nadie más intentara compartir ese momento con él.

Todavía era de noche, pero en el horizonte se notaban los primeros rayos del amanecer. El cielo sin nubes hacía suponer que sería un día más tropical y caluroso que los anteriores. Todavía a esta hora temprana se notaba una leve brisa que soplaba desde el mar. De cualquier manera, el aire era denso y húmedo, y el termómetro subiría paulatinamente hasta alcanzar los 35º e incluso los 40º centígrados. Karl liberó sus pensamientos mientras sus ojos distinguían, cada vez más de cerca, los contornos de la costa.

Algo más tarde aparecieron los dos secretarios de la Misión, quienes se sumaron a Karl en la contemplación del espectáculo desde la barandilla. Tostados por el sol y vestidos de impecable blanco, los tres hombres daban un cuadro espléndido. Una imagen que se condecía con su buen humor.

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