Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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“¡Qué alivio!”, pensó Karl, quien luego contempló cómo la maniobra se repetía con el segundo de los nuevos tripulantes. Aquella práctica, acaso tan rutinaria en los viajes del barco, le pareció toda una hazaña y una práctica riesgosa. Una que, no obstante, funcionó.

Karl había presenciado toda esta maniobra junto a la escalera, desde donde esperaba con la vista hacia abajo. Estaba vestido de blanco al igual que sus dos superiores: casco tropical blanco, camisa blanca, pantalón blanco, zapatos blancos. Aquella claridad solo contrastaba con el bronceado que el sol de varios días en altamar había dejado en su piel.

El primero de sus superiores llegó escalera arriba. Karl estimó que tendría unos cincuenta años. Lucía robusto, pulcramente afeitado y con una cautivante sonrisa en el rostro.

–¡Bienvenido, Mr. Read! –saludó, enérgico, Karl.

¡Aquí estamos! –se escuchó la alegre respuesta del experimentado pastor. Detrás de él subía su colega alemán: delgado y alto, alrededor de 45 años, con barba rubia y ojos azules.

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