Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн
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A pesar del mar aparentemente tranquilo, el suave oleaje hacía bajar y subir el bote unos dos metros. Era imprescindible aguardar el momento oportuno para dar el salto desde el borde de la barcaza a la plataforma de la escalera. O esta maniobra resultaba con éxito o el pasajero terminaba en el agua. Titubeos no eran bienvenidos.
Los dos hombres vestidos de blanco se ubicaron en el borde de su bote, donde uno de los remeros los sostenía de las caderas. En la plataforma de la escalera del barco esperaban atentos los dos marineros. Para el caso de que la maniobra fallase y el nuevo tripulante cayese al agua, se le dio a cada uno de ellos una soga que, en su otro extremo, estaba atada a la escalera.
“Este traslado tiene un sistema aceitado, y necesitan ser muy metódicos”, pensó Karl mientras notaba cómo una sensación incómoda se instalaba en la boca del estómago. Claro, la idea de su desembarco próximo en Monrovia había comenzado a rondar por su mente.
Una, dos, tres veces... La barcaza subía paulatinamente, para hundirse inmediatamente, otra vez, dos metros debajo de la plataforma. Varias veces se escucharon órdenes de los marineros, pero los hombres no saltaban. Hasta que llegó el momento oportuno y, con un rápido movimiento, el primero de ellos logró subirse a la escalera.