Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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Cuanto más se iban alejando de Europa, tanto más exóticos resultaban los puertos y su población. La pregunta que crecía cada vez más en su mente era: “¿En qué forma se podría trasmitir a estos nativos el evangelio de Cristo si tienen una cultura tan diferente?” Ni el seminario de Marienhöhe, ni el Instituto Tropical de Hamburgo le habían dado la más mínima orientación en este sentido.

El mundo de estos aborígenes, su enfoque de la vida, su pensamiento y comprensión se movían en un nivel totalmente diferente al de su mentalidad europea. Poco a poco tomó consciencia de que este sería un obstáculo de no poca envergadura.

Una mañana, el SS-Wadai llegó a la altura de Freetown. Aquí debían subir a bordo los secretarios de la Misión. El sol era abrazador y brillaba verticalmente desde el cenit; el aire era denso y sofocante. Al no existir instalaciones portuarias, el barco había echado anclas lejos de tierra firme. En la bruma se divisaba, a la distancia, la costa y se dibujaban los contornos de una ciudad. Un tanto ansioso, Karl se aproximó a la barandilla y trató de identificar la barcaza que debía traer a sus dos colegas. Con sabia precaución había anotado en Hamburgo los nombres de ambos. Los dos caballeros estaban completando un viaje administrativo, visitando varias instituciones de la Iglesia Adventista en África. No muy lejos de Freetown estaba la estación misionera “Waterloo”. La Misión Adventista operaba allí una escuela de comercio, que gozaba de envidiable popularidad. Un matrimonio de Dinamarca, ambos enfermeros del Sanatorio Skodsborg, de Copenhague, y el profesor Henricksen dirigían aquella organización educativa. Read debía visitar la estación misionera, entregar los saludos de la patria, motivar a los misioneros para sus tareas y consolidar las buenas relaciones con el Gobierno de Sierra Leona. Estas visitas de los secretarios de Misión solían ser una experiencia refrescante para los misioneros entre los retornos a sus bases europeas. Un aire a patria y de civilización propia recorría entonces sus cabañas rodeadas de selva y daba una inyección de motivación para seguir adelante en medio de los desafíos diarios.

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