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Barcazas, lanchones y botes llegan hasta el barco.

Solo pocos días después, el SS-Wadai tomó contacto con África. El “continente olvidado” se presentó en el puerto de Dakar, la capital de Senegal. Aquello era como un puente a otro mundo. Extraño y fascinante a la vez: gente de piel morena, con curiosa vestimenta africana, y muchas mujeres vestidas solo de la cintura hacia abajo. Los niños durmiendo atados a la espalda de sus madres y las cargas llevadas sobre la cabeza. Los vendedores generalmente sentados en cuclillas, ofreciendo sus mercaderías en la calle. A Karl le impresionaba particularmente el descontrolado colorido de vendedores que gritaban para ofrecer pájaros enjaulados, otros animales atados y una enorme variedad de frutas.

A pesar del aparente desorden, esa gente mostraba una singular calma: eran sonrientes y su trato era amigable.

–¿Que más nos esperará? –le dijo Karl a su compañero, el Sr. Moltke, agregado consular en Nigeria.

Él le respondió desde su propia experiencia:

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