Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн
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Tormentas como las de aquellas historias del capitán alcanzaron esta vez al SS-Wadai en el Canal de la Mancha. Cuando la proa se hundía profundamente en el valle de alguna gigantesca ola, masas de agua se precipitaban sobre la cubierta, salpicaban hasta el puente y se derramaban a lo largo de las cubiertas laterales. Nadie podía estar allí afuera sin correr riesgo de ser arrastrado al mar. Al principio, aquello pareció novedoso y exótico. Al cabo de unos instantes, pasó a incomodar. Pronto, las amenazas de un mar embravecido se habían convertido en una tortura. Las subidas y bajadas de las crestas a los valles del oleaje eran acompañadas por un balanceo lateral de la nave, de estribor a babor. A excepción de los marineros, ninguna persona del barco podía mantenerse en pie. Aquellos que instantes antes disfrutaban de la comodidad y de amenas charlas, cambiaron de aspecto –ahora lívido, verde pálido y calamitoso– al compás de la tempestad. En aquellos momentos, Karl mismo no se podía mantener más en pie y se encontraba tirado en su cabina, donde había buscado refugio. Amargamente, el joven tuvo que aprender qué significaba un mareo en altamar. Fueron momentos en los que la angustia llegó a sus límites, al punto de que muchos desearon la muerte. Y por ninguna parte había tierra a la vista.