Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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–Espero que mi presencia sea para bendición de la nave.

Aquella acotación fue bien recibida. Karl había dado en la frecuencia justa. Ambos se miraron directamente a los ojos: fue el comienzo de una amistad que iba a durar por muy muchos años.

El maitre le asignó una mesa para seis en la que solo había hombres. Todos estaban vestidos formalmente, de modo que Karl se sintió a gusto. Estrechó la mano y se presentó con cada uno.

Algunos de aquellos señores habían estado durante largos años en los trópicos. Cada cierto tiempo, tenían derecho a un período de vacaciones en su país natal. Ahora, retornaban a sus puestos en ultramar.

De acuerdo con las reglas de la medicina de la época, un europeo no debía sobrepasar un máximo de dos años en el calor tropical. Se sospechaba que una serie de síntomas, cuyo origen se desconocía, y se denominaba “crisis tropical”, aparecía en quienes permanecían por demasiado tiempo en ese clima. La alimentación desequilibrada, el constante e intenso calor, la sudoración permanente y, especialmente, el sol fuerte parecían afectar la salud del hombre blanco.

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