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El Pacto es, en pocas palabras, amor omnidireccional: amor entre Dios y los seres humanos, amor entre los seres humanos y amor entre los seres humanos y la Creación, que está a su cargo.

Pero, obviamente, eso no es lo que está pasando en el mundo.

Por eso Dios se hizo hombre, para vivir los términos relacionales del Pacto para nosotros, por nosotros, en nosotros y como nosotros.

Por medio de Isaías, Dios le dijo al Mesías por venir: “Yo, el Señor, te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré, y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones” (Isa. 42:6). Después vino Daniel y predijo que el Mesías que vendría “confirmaría el pacto” y sería llamado “el Príncipe del pacto” (Dan. 9:27; 11:22). Finalmente, Malaquías cerró el Antiguo Testamento llamando al Mesías venidero el mensajero del pacto (Mal. 3:1). El Mesías es:

 La personificación del pacto de Dios con su pueblo.

 El amor inamovible de Dios que se extiende en todas las direcciones y en relaciones de integridad perfecta.

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