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Lo que no se enteró ésta locura es, que, también Carmen lo dejó olvidado a Alberto. Mientras el seguía buscándola, ella estaba en el micro. Bueno, che, hacía frío, era muy tarde para nosotros, había gente con sueño, era la noche del cierre y tratamos de aguantar lo más que pudimos.

En todo momento reinó la algarabía. Y... sí, las presiones arteriales subieron hasta marcar ١٧; Y…sí, los estómagos hicieron sus crisis, Y…sí, la Negrita se cayó, Y…sí, los medicamentos fueron confundidos por el tamaño y el color y algunos no sabían cuál de cuál ya lo habían tomado. Es por la frágil memoria. Nos ocurre a los abuelos.

Pero tenemos a la Reina de la Elegancia ¡Que lujo! ¡Grande Fiorella! Porque sos una Reina como persona, compañera y amiga.

No sé si Marcelino y Jorge-los choferes- escucharon cómo hemos cantado en el camino del regreso. El eco de las voces llegó a las sierras y a los llanos. El repertorio de Roberto es tan amplio que la serenata duró más de 7hs. El canto se hizo movimiento. El viento dispersó las melodías por todos los km de nuestro recorrido.

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