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Sombras que, al descubrirlas, pudieran ser una versión de mí que no me está gustando tanto y que, de alguna forma, han emergido durante estos años como máscaras para mi defensa, como el “Dasein” que menciona Heidegger o como aparte de mi “proceso de individualización”, en palabras de Carl Gustav Jung, citado por Echeverría en El Observador y su Mundo, mencionando que “se trata de voces que el proceso de constitución de la persona que somos, en su objetivo por establecer un determinado orden (…..) se obligó a excluir, a reprimir, a someter” (Echeverría R. , pág. 81) y que he tratado de ocultar, de luchar con ellas, pero de alguna forma emergen en mis días y hasta se han tomado el protagonismo en muchas ocasiones limitándome a ser distinta en liviandad y disfrute de una nueva “YO”.
Sin embargo, a través del camino recorrido voy comprendiendo que, si bien son oscuridades que duelen y que he luchado contra ellas, son parte de lo necesario para conformarme en quien estoy siendo, son parte de mi ser y me resuena la frase de (Nietzche, 1886): “El que lucha con monstruos debe tener cuidado para no resultar él un monstruo. Y si muchas miras a un abismo, el abismo concluirá por mirar dentro de ti” (Más allá del bien y del mal, p.86).