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Al escribir estas líneas, siento que éste es el relato que he tenido de mi vida hasta ahora, siento en palabras de Heidegger que fui arrojada en un mundo del cual aprendí a cuidarme, a hacerme cargo de mí bajo patrones de defensa, victimización y arrogancia.
Me escucho asociándolo a cierta tristeza, a cierta resignación de lo que me tocó vivir. Sin embargo, hoy lo siento como parte importante de quien me conforma y elementos importantes para integrarlos en mí, para mirarme en “quien estoy siendo hoy” y que de alguna manera no posible que fuera de otra forma.
Hace unos meses atrás, vi aparecer algunos de estos patrones frente a una situación de separación en época de pandemia con mi esposo. A inicios del confinamiento, él se fue a pasar un tiempo solo a nuestra casa de la playa, lapso que pasamos separados y que duró casi tres meses. Durante ese periodo, solo nos comunicamos por teléfono y vídeo llamadas; en algunas oportunidades, yo comencé a viajar, pero nuestros encuentros solo eran de discusión, en especial el 4 de octubre.