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-¿Tú sabes qué él no es tú papá?

A lo que yo no supe que decir… solo estaba asustada por la pelea, nuevamente paralizada y, seguido de eso, le grita a él y le dice:

-¡Dile que no la quieres, como quieres a tus hijos!, ¡dile de una vez!,

A lo que él me mira y me dice:

-Yo no te puedo querer como a mis hijos-.

Yo no entendía nada, solo sentía un tremendo dolor en mi corazón, me sentí rechazada (creo que ya lo sentía antes) pero ese día ¡fue oficial!, me sentí tan poco importante, tan disminuida, me sentí perdida, oculta, no vista, sin ser parte de nada, sin ser la opción de nadie, no cuidada. ¡Fue tan dura!

Creo que nuevamente mi madre no me cuidó y sentí que mi vida se dividió en un antes y un después, sintiendo el rechazo de ellos, el abandono, no ser vista y que, desde ese momento, envuelta en mi soledad, aprendí a defenderme.

Desde ese momento fui sintiendo mucha rabia y pena, comencé a ser una adolescente rebelde y depresiva. Mi madre continuó siendo severa, trabajando mucho y ausentándose. Comencé a visitar al psicólogo y a tener dificultades relacionales, Sin embargo, hoy siento que ella no tenía otra opción, debía hacerlo, para mantener a su familia y a esos tres hijos que eran de su nuevo matrimonio y, de alguna forma, mantener a su lado al hombre que le daba atención y amor; creo que no quería sentirse sola, tal como había sido su historia.

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