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Siento que ella no optó por sus hijas, sino que por el amor que tenía por él; siento que no nos cuidó, que no fuimos su primera opción. Se fue a su fiesta y confió en el hombre que estaba a su lado, no resguardó a sus hijas. Siguió como si no hubiera pasada nada (eso es lo que yo creo) y continuó su vida junto a él; permanecieron veintiún años juntos.

Hoy me cuenta que él nos pidió perdón y que nosotras lo aceptamos, que por eso y por el amor mutuo, siguió con él muchos años más. Creo que una niña de 12 años no entiende si realmente perdona, yo creo que no perdoné, que me faltó un acto reparador, porque aún en ocasiones duele y siento la traición de quienes debían cuidarme, y aparecen mecanismos de defensa frente al abandono de mi madre, a la falta de cuidado y a la traición de quienes yo amaba.

1.5.- Un antes y un después.

Al transcurrir el tiempo, ella seguía siendo muy severa con nosotras, su trato era duro. Recuerdo que, a los 13 años, un día, en una discusión muy fuerte entre ellos, mi madre estaba en su habitación y me llama para que me acercara a dónde estaban discutiendo y en el momento en que yo me paré bajo el umbral de su puerta, gritando, me pregunta:

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