Читать книгу Incursiones ontológicas VII онлайн
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Y me detengo un poco acá para entender todo lo que acaba de ocurrir; antes de poder siquiera pararme desde el escuchar al otro, aparece una preparación para ser el primero, competir, “mostrarme” inmediatamente en lugar de abrir la oportunidad para apoyar y colaborar con los demás, como si yo, al no estar adelante de todo, no validara ni permitiera que ellos existieran, primer paso para comenzar a vislumbrar ese gran espacio de trabajo de ser reconocido; además, me llama poderosamente la atención la cantidad de descalificativos usados para disminuir a su mínima expresión al otro, dejarlo indefenso, con pocos recursos para ser, juicios que si bien en su momento no fueron fundados, abren la posibilidad de comenzar a mirarlos de la manera más responsable y adecuada posible, empezar a fundamentar los juicios contrarios, quizás así pueda abrirme mucho más fácil a entender al otro.
Cuando ella terminó de hablar y de darme a conocer sus reclamos, comencé a desbaratarle, uno a uno, sus puntos de vista y a pedirle evidencia de lo que decía; cuando hablaba de pedir información técnica, le mencioné que teníamos muchísima información disponible y abierta a ella, para que antes de llegar con una pregunta a nosotros como empresa, pudiera buscar y conocer de su mano lo que necesitaba; inclusive en esta época de pandemia, realizamos muchísimos videos y presentaciones que grabamos para que los clientes puedan conocer muchísimo más fácil todo lo relacionado con nuestros productos, pero su respuesta fue que yo, como proveedor, no tenía por qué mandarla a buscar algo, si mi obligación era tener que darle la información, ponérsela en la mano, dado que sabía que estaba en lo que habíamos construido, pero que solo era un pregunta puntual. Acá debo mencionar que sí creía que estaba centrado para no caer de nuevo en ser grosero; con este comentario, ya me salí de cualquier momento de concentración, el que me dijera que tenía que hacer lo que ella decía, inmediatamente prendió una llama, un incendio en mi interior que solo auguraba que lo que iba a seguir como conversación iba a terminar muy mal; advertí esto y lo que hice fue guardar silencio en el instante, me comenzaron a sudar las manos, apreté los dientes, me dio muchísimo calor, estaba lleno de ira, rabia, solo pensaba en lo floja y poco recursiva que era esta persona, pero me aguanté lo que más pude y allí me quedé, callado.