Читать книгу Incursiones ontológicas VII онлайн
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Cuando le pedí argumentos sobre las respuestas que yo le daba a los clientes, más elaboradas que las que le daba a ella, de nuevo le indiqué que necesitaba ejemplos y volvió a tocar un tema que ya habíamos hablado hace bastante tiempo; antes que terminara, la interrumpí y le dije: “Por qué tenemos que repetir este tema, ya lo habíamos hablado y habíamos llegado a conclusiones de cómo manejarlo, pero creo que, como siempre, no se escucha lo que digo”. Y bueno. acá desaté la furia que ella tenía también contenida, se paró desde la víctima, subió el tono de voz y tomó el recurso que me había dado anteriormente, del porqué su cliente exigía mayor atención, y aquí perdí el control, subí la voz, saqué los ojos de órbita, mi cabeza se llenó de sangre, el calor aumentó y comencé a mencionarle que llevaba dos años trabajando con ella, que habíamos viajado muchísimas veces alrededor del país, capacitando a los clientes, en donde ella había estado presente en infinidad de presentaciones, en las cuales he repetido mil y una veces la misma información, pero en todas las ocasiones ella no ponía atención, si no que se centraba en el celular o se salía a hacer varias cosas, demostrando que no le interesaba aprender, que quería todo a la mano y que a mi forma de ver, todo en la vida no era así de fácil.