Читать книгу Incursiones ontológicas VII онлайн
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Con mi hija, desde muy pequeña, a ella le gusta que le estemos jugando; creo que a todos los niños les gusta esto, que la acompañemos y estemos con el foco y la atención puestos en ella, pero en esta vida de trabajo agitada, en este momento que nos tocó vivir con pandemia incluida, donde estamos en casa siendo seres vivos con necesidades exclusivas, esposos, padres, hijos, empleados, jefes, subalternos; en este momento donde todos los roles se quedaron dentro de la casa, esa atención hacia ella evolucionó al punto de permitirle que también tomara su espacio en el silencio e individualidad, algo que ella no había vivido, algo que no era conocido de su parte, así que, a mi juicio, comenzó a darse cuenta que si hacia un ruido mayor, o algo que no fuera común en su normal proceder, aparecíamos nosotros, sus padres, para ver qué había pasado o sucedía; a veces encontraba a unos papas que solamente le decían no vuelvas a hacer eso para dejarla de nuevo en su espacio de entretención individual no común para ella, la regañábamos por lo que hacía, o simplemente la vinculábamos a nuestras actividades para evitar que esas acciones sucedieran, todas estas consecuencias comenzaron a crear en ella una serie de comportamientos, que defino yo, de acción - reacción, si hago X, pasa Y, pero si hago Z obtengo A - nada diferente a lo que yo hacía de niño y adolecente, no prestan atención entonces busco la manera de dejarme ver - y así comenzó una constante construcción de eventos que termino desencadenado una conducta de identidad que hemos descifrado con mi esposa, lo cual nos ha permitido anticiparnos a lo que pueda llegar a acontecer.