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Así que, en esta oportunidad, encontré tres definiciones para desarrollar el inicio de mi boceto de la reconstrucción de como sería el espacio que quería ocupar para ser visto, no era el de exponerme para hacerlo, si no el de verme como ser humano para reconocerme.
Identidad personal: Capacidad que posee una persona para integrar su autopercepción e imagen que tiene del mundo con sus actos. (Rodríguez Sánchez, J.L. (1989).
¿Y no es esto más que la gran conclusión a la que se llegó de la dignidad personal? ¿No es esto la definición clave de poder ser visto en el mundo desde una parada digna y reconocida de mí mismo? Definitivamente es la señal más grande y vinculante para comenzar a salir del laberinto, de cómo ser visto ante el mundo, cuando me veo, me reconozco, me valido, soy coherente y me acepto, estoy abriéndome a que el resto del planeta pueda observarme en mi completitud, ¿Existió un niño maltratado y aislado por tener una energía diferente? ¿Existió un joven rebelde que casi pierde la vida por los excesos para ser visible ante el mundo? ¿Aparece un adulto prepotente y arrogante para justificar la degradación de la dignidad del otro? Si a todas las preguntas, y no es negativo asentir, al contrario, al reconocer que todo esto sucedió, que es parte de mí y puede ser transformado, hace que la integración con el mundo y el ser visto sean más coherentes y vinculantes, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.