Читать книгу Un rayito de luz para cada día онлайн
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–Vamos a mi casa –propuso Gustavo–. Mi mamá nos dará limonada fresca.
Luego de darles limonada, la mamá le hizo acordar a Gustavo de darle agua a Chispita. Pero Gustavo se fue a jugar. A la hora de la merienda volvieron por unos sándwiches y más limonada. Nuevamente, la mamá le recordó a Gustavo darle agua a su perrito. Pero era tan divertido jugar que se olvidó.
Finalmente comenzó a atardecer, así que terminaron el juego y cada uno fue a su casa. En ese momento llegó el papá de Gustavo del trabajo, así que entraron juntos a la casa. Mamá los estaba esperando con la cena lista. Cuando se sentaron a la mesa, la mamá preguntó:
–Gustavo, ¿te acordaste de darle agua a Chispita?
–Mmm... no. Me olvidé –dijo Gustavo.
–Ven –dijo la mamá–, vamos juntos a ver a tu mascota.
Pobre Chispita. Estaba con la lengua afuera, al lado de su platito de agua... vacío.
–Hijo –dijo la mamá–, con el gran calor que hizo esta tarde tú recibiste una fresca limonada las veces que quisiste. En cambio, tu perrito se la pasó en el patio con mucha sed. Necesitas ser más responsable.