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¿Qué nos da tanto valor ante Dios? No son, por cierto, nuestros logros. Tampoco nuestra apariencia personal o la cuenta bancaria. Lo que nos da tanto valor es el hecho de que somos sus hijos amados. Tan amados, que por nosotros murió Cristo, en una cruz, para darnos vida eterna.

¿No es esta una gran noticia? De hecho, ¿no es esta la mejor noticia para comenzar un nuevo día?

Gracias, Padre celestial, por ver en nosotros un tesoro de gran valor. Ayúdanos a vivir hoy a la altura de nuestra dignidad como tus hijos, y como príncipes y princesas de tu Reino.

17 de marzo

El tema “favorito” de Cristo

“En aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama” (Juan 16:26, 27).

¿Cuál era el tema favorito de nuestro Señor, mientras caminó entre nosotros? Según Elena de White, era “el carácter paternal y el abundante amor de Dios” (Testimonios para los ministros, p. 210).

El amor infinito y siempre accesible del Padre celestial: de esa fuente el Señor “bebía” diariamente. De ahí obtenía fuerzas y sabiduría para lidiar con los líderes religiosos del pueblo, que a diario buscaban entramparlo. De ahí recibía poder para relacionarse con las multitudes que tan a menudo lo acosaban. Ese era su “secreto”, tal como lo expresa Peter van Breemen: “Debido a que sus raíces penetraban tan profundamente en el amor del Padre, sus ramas podían extenderse para alcanzar a todo ser humano” (Called by Name, p. 53).

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