Читать книгу Nuestro maravilloso Dios онлайн

170 страница из 175

¿Puedes pensar en un ejemplo bíblico que ilustre bien lo que venimos diciendo? El primero que viene a la mente es la ofrenda de la viuda pobre, puesto que en esas dos moneditas ella dio “todo el sustento que tenía” (Luc. 21:4).

Sin embargo, mi mente se traslada al Calvario. Ahí contemplo la mayor de todas las ofrendas, el supremo regalo, que el Cielo nos dio en la persona de nuestro maravilloso Salvador, Cristo Jesús. ¿Cuánto le costó al Padre entregar a su amado Hijo? Las palabras no lo pueden expresar. ¿Y con qué motivo lo entregó? “Para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

Lo más sorprendente en todo esto es que ese precioso regalo lo recibimos, no porque amábamos a Dios, sino porque “él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” (1 Juan 4:10, NVI).

¡Gracias a Dios por su Don inefable! (2 Cor. 9:15).

Te alabo, Padre, porque en el don de tu Hijo diste todo el cielo con tal de salvarme. Ayúdame a compartir este supremo don con todos aquellos con quienes me relacione hoy.

Правообладателям