Читать книгу Nuestro maravilloso Dios онлайн
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El primer factor se refiere al costo del obsequio, no en términos monetarios, sino cuánto le “costó” al dador en términos de esfuerzo personal, de haberse privado de algo que necesitaba, para darlo a alguien como expresión de amor o como muestra de aprecio.
Este primer aspecto del verdadero valor de un obsequio me recuerda una experiencia de mi boda. Esther, que para entonces trabajaba en la Administración Pública, envió tarjetas de invitación a varios ministros del gobierno nacional, aunque sabía que no asistirían a la ceremonia. Varios ministros nos enviaron obsequios de muy buena calidad. La pregunta aquí es: ¿Cuánto “costó” a estos funcionarios públicos, en términos de esfuerzo personal, el regalo que nos enviaron? No quiero aparecer como ingrato, pero me temo que no fueron ellos los que compraron personalmente los regalos.
El segundo factor, escribe Emmons, tiene que ver con el motivo que impulsa al dador. ¿Regalo solo para cumplir con una formalidad? ¿Para salir del paso? ¿Para no quedar mal? ¿O porque “esta persona ya me había dado un regalo”?