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La casa no es lo importante, en el sentido en que la casa puede ser cualquier de cualquier tipo y, sin embargo, eso no afectará lo que eres. Lo que te dio tu identidad terrena, independientemente de si era egocéntrica o no, ha sido la relación que has tenido con aquellos que hayan actuado de un modo u otro como “tus padres”. Evidentemente esto no tiene nada que ver con el hecho de que ellos fueran realmente tus progenitores o no, y mucho menos con el hecho de que sean dos, uno o incluso una institución.

La palabra “padre”, en este contexto, se refiere a aquel desde donde te nutres para obtener una identidad, un modo de ser. Ahora bien, observemos que en “la familia humana”, sea que adopte la forma de una unidad de dos padres con sus hijos, o cualquier otra forma, pueden existir muchos hijos, y que cada cual tendrá un rasgo de personalidad único, a pesar del hecho de tener todos los mismos padres o educadores. Esta observación tiene algo que decirnos acerca de lo que estamos hablando.

Lo que te ha dado tu personalidad o, mejor dicho, tu identidad aquí y ahora, independientemente de si es real o ilusoria, es la relación que has tenido con la vida. Es decir que no es la vida, ni los padres, ni la cultura, ni la educación, ni el mundo, lo que define lo que eres y por lo tanto tus respuestas. Si bien eres tú el que responde como responde, porque eres el que eres, esa respuesta no cambia tu ser, más bien es lo que hace que este se exprese. Esto demuestra que la relación que tienes con todo es lo que define tu respuesta, no al revés.

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