Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн
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Cuando Rory intentó apartarse, la tomó de las caderas.
—¿Seguro que no quieres darme ninguna pista sobre cómo Davidson te convenció para que vuelvas?
—Si vienes hoy después de tu clase te pondré al día.
Rory le dio un último beso, apartó de su cuerpo las manos exploradoras de él con un movimiento juguetón y salió de la habitación. Instantes después, la puerta principal se abrió y se cerró.
El teléfono sonó dos veces más mientras conducía por el tránsito matutino de la autopista Kennedy. Tomó la salida de la calle Ohio y zigzagueó por la cuadrícula de las calles de Chicago. Al llegar a Grant Park, recorrió la zona durante quince minutos hasta que encontró un sitio para aparcar que parecía demasiado pequeño hasta para su Honda diminuto. Con dificultad, logró aparcar en paralelo aunque temió no poder volver a salir más tarde sin chocar los paragolpes ajenos.
Caminó por el túnel que cortaba debajo de Lake Shore Drive y tomó el sendero pintoresco que llevaba al centro del magnífico parque que separa los rascacielos de la costa del lago. El parque estaba siempre colmado de turistas y esa mañana no era ninguna excepción. Rory se abrió camino entre la gente hasta que divisó a Ron Davidson sentado en una banca cerca de la fuente Buckingham.