Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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—Pero sin duda los peones pueden ir en su lugar.

—No, están enfadados con los peones por los disparos. Es mejor que vayamos los que ya los conocemos.

—Entonces os acompañaré.

—No es necesario, papá. Ya hemos cargado cebada y semillas de maíz en la carreta.

—¿No crees que el vestido que llevas puesto es demasiado bonito para sentarte en un carro con provisiones?

—No tengo otro vestido limpio que usar. Tendré cuidado —dijo Villemo rápido—. Regresaremos pronto.

Y luego partió antes de que Kaleb pudiera pensar en algo más que decir.

Villemo tomó asiento en el carruaje junto a los otros tres mientras avanzaban por el miserable sendero del bosque. Dos bueyes tiraban del cargamento mientras el carruaje crujía de modo horrible. Villemo buscó con la mirada señales que indicaran que llegarían pronto. Apenas podía permanecer quieta en su asiento. ¡Las personas del Bosque Negro estarían felices! Ahora podrían sobrevivir al invierno. Y ella les llevaba una cantidad extra de dulces en un paño...

Allí estaba el Bosque Negro con sus casas bajas y oscuras, más oscuras que la mayoría de las construcciones del pueblo porque la brea duraba más en ese sitio gracias a la protección del bosque. El humo salía de las chimeneas. Comprobó que los habitantes estaban despiertos y trabajando.

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