Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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—No sabes de lo que soy capaz —canturreó ella.

—¿Niklas de Lindealléen? Él nunca se enamoraría de ti. ¡Jamás!

—No, eso ya lo sé. No estaba pensando en él.

—Entonces ¿en quién?

Eldar miró desde la cumbre al grupo de jóvenes que iban y venían desde el carruaje al granero. Ninguno de los residentes de las casas los ayudaba.

—¿Te refieres a ese joven de allí? ¿Quién es?

—Yo sé quién es. Mis hermanas lo reconocieron. Es uno de los daneses. Paladín.

—Pero, cielo santo. ¡No puedes hacer eso! Lo... ¡Lo prohíbo!

Ella lo miró con frialdad.

—Cielos, sí te quejas, ¿eh? ¿Acaso tienes algún interés en particular por él?

—¡No seas estúpida! ¿Acaso no ves en qué estás metiéndote? ¿Acaso no nos hemos equivocado ya lo suficiente?

—¿Te refieres a los Woller? ¿Qué tienen ellos que ver con esto? Vamos, bajemos.

—No, no quiero bajar mientras ellos estén ahí.

—Entonces iré sola.

—Gudrun, ¡deja en paz al chico! Nada bueno saldrá de eso.

—No, para ellos no. Es la idea.

—Tampoco saldrá nada bueno para nosotros. ¡No lo permitiré! ¡Te mataré!

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