Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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La sonrisa de Gudrun era prometedora. Villemo se preguntó de dónde salía aquella amabilidad repentina, pero no tenía tiempo de hablar. Llenó la bolsa con los últimos restos de maíz y la llevó hasta el granero.

Gudrun permaneció atrás, hablando con Tristan, alguien extremadamente tímido. Él se movía lleno de vergüenza: nunca en la vida había visto a alguien tan hermoso. Luego, ella desapareció dentro de la casa porque Niklas había salido del granero.

—Bueno, ya está —anunció Niklas. El granjero apareció.

—Les pagaremos por todo esto —dijo el granjero con tono agresivo—. No aceptaremos limosnas.

Niklas lo miró, pensativo, y luego asintió.

—Claro. No lo consideramos limosna. Es nuestro deber pagarles a nuestros granjeros sus salarios. ¿Vendrá a Lindealléen el martes en una quincena para trabajar unos días en el establo? La única pared que hay parece a punto de derrumbarse y las tormentas invernales suelen ser violentas. Es necesario repararla antes de que lleguen.

—Iremos —respondió el granjero de malhumor.

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