Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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—Escuché que Tristan está aquí de visita. Estoy ansioso por verlo. Después de todo, es el más pequeño de la familia.

—¿Pequeño? Ya es casi más alto que todos nosotros.

—¿Tristan? ¡Increíble! Supongo que tú y yo después podemos ir a tu casa juntos, ¿no? El caballo puede llevarnos a los dos.

—Lo dices como si pesara cien kilos —exclamó ella, furiosa—. Es más, no creo que esté hecha para montar tu caballo...

—Claro que sí, siempre puedes sentarte delante de mí —rio él, bromeando.

Villemo se sonrojó mucho. La idea de montar delante de él con sus brazos alrededor de ella le generaba ansiedad.

—Ya veremos —dijo ella y se volvió—. Irmelin, vine a preguntarte si mañana irás a la iglesia. Pensaba acompañarte.

Irmelin la miró sorprendida. Villemo no era precisamente la feligresa más devota.

—Sí, claro que iré. ¿Nos encontramos allí?

—De acuerdo —asintió Villemo y evitó a propósito no decir nada más al respecto.

Una hora después, cabalgaron rumbo a Elistrand. Villemo estaba agradecida de estar montada detrás de Dominic, porque eso implicaba que podía evitar la mirada inquisidora del muchacho. Era como si él supiera todo sobre ella, lo cual ahora mismo no era un pensamiento agradable.

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