Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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—Perdóname, querido padre —dijo ella, arrepentida—. Yo tampoco sé por qué actúo así.

Bajaron y ella le pidió humildes disculpas a Dominic por su comportamiento. Él aceptó la disculpa con una sonrisa tan explícitamente empática que ella estaba de nuevo a punto de estallar.

—Iré a hablar con algunos aldeanos —dijo Kaleb—. Pero no tardaré. ¿Puedes mostrarle a Dominic los cambios en tu habitación mientras no estoy, Villemo?

—Claro —respondió ella con entusiasmo.

—Villemo tuvo la idea alocada de que su cuarto era demasiado anticuado y pasó el verano dándoles órdenes a los carpinteros y otros artesanos. Lo permití porque los artesanos también necesitan mantener el lobo del hambre lejos de la puerta. Pero sube y echa un vistazo. En mi opinión, quedó bien —le explicó Kaleb a Dominic. Dominic se volvió hacia Villemo.

—Sí, si es que tengo permiso para entrar a la alcoba de la joven dama.

—Dominic, ojalá dejaras de insinuar cosas. Es la alcoba de una joven dama —respondió ella.

—No lo dudo.

—¡Escúchalo, papá! —exclamó Villemo desesperada—. ¡Ahora lo dice como si ningun pretendiente nocturno quisiera entrar por mi ventana!

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