Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн
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Llena de un vacío inconmensurable, abandonó su asiento de nuevo para ayudar a descargar el carruaje. Por cierto, ¿por qué había decidido ir al bosque? Ya no lo recordaba.
***
Gudrun y Eldar estaban en la cumbre con vistas a las casas, cargando un manojo de ramas secas para encender el fuego.
—Allí vienen esos malditos mocosos del Pueblo del hielo —dijo Gudrun entrecerrando sus ojos llenos de odio—. ¿Una vez más necesitan sentirse nobles e importantes?
Eldar no dijo nada. Tenía una expresión perpleja.
—Me enfurece tanto verlos —prosiguió Gudrun—. Realmente siento la necesidad de darles su merecido.
—¿Por qué? —replicó Eldar con brusquedad.
—Sabes muy bien por qué. Toda la humillación, toda su benevolencia enfermiza.
—Gracias a ellos estás viva.
—¡Vamos a ver, Eldar! ¿A ti qué te pasa?
—Quizás tengo una visión diferente del mundo porque he estado lejos de aquí mucho tiempo.
—Yo también he estado lejos mucho tiempo. Pero ¡no he cambiado de opinión! —replicó ella.
—No, no lo has hecho... —dijo Eldar.