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Digo que si hay dama gentil que no lo crea, que vaya con ella y contemple sus actos -no digo hombre porque más honestamente se experimenta con las damas que con los hombres-, y digo lo que sentirá acerca de ella, con ella estando, al decir lo que hace con su hablar y con sus canciones. Porque su hablar, por su elevación y su dulzura, engendra en la mente de quien lo oye un pensamiento de amor, al cual llamo yo espíritu celestial, porque allá arriba tiene su principio y de allá arriba viene su sentido, como se ha referido. Del cual pensamiento se llega a la firme opinión de que ésta es maravillosa dama de virtud. Y sus actos, por su suavidad y su medida, hacen que despierte el alma y se sienta allí donde está sembrada su potencia por naturaleza. La cual siembra natural se hace como en el siguiente Tratado se explica.
Luego, cuando digo: De ella decir se puede, etcétera, es mi intención exponer cómo la bondad y virtud de su alma es útil y buena para los demás, y primero, cuán es útil a las otras damas, diciendo: Gentil es cuanto en la dama se descubre, donde doy a las damas ejemplo manifiesto, mirando al cual pueden ser gentiles con sólo seguirlo.