Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Y como quiera que en la casa, principalmente en dos lugares, se ejercita el alma -porque en esos dos lugares tienen jurisdicción casi las tres naturalezas del alma, es decir, en los ojos y en la boca-, aquello adornan principalmente y allí hácelo todo hermoso, si le es posible. Y en estos dos lugares digo yo que se muestran estos placeres, al decir: en los ojos y en su dulce risa. Los cuales lugares, con bella comparanza, puédense llamar balcones de la dama que habita en el edificio del cuerpo; es, a saber: el alma, porque aquí, aunque velada, se muestra muchas veces.
Muéstrase en los ojos tan manifiestamente, que quien bien la mire puede conocer su presente pasión. Por donde, dado que son seis las pasiones propias del alma humana, de las cuales hace mención el filósofo en su
Retórica, a saber: gracia, celo, misericordia, envidia, amor y vergüenza, de ninguna de éstas puede apasionarse el alma sin que a la ventana de los ojos no asome su semblante, si con gran asombro no se cierra dentro. Por lo cual hubo quien se arrancó los ojos, porque la vergüenza interior no apareciese por de fuera como dice el Poeta Estazio del tebano Edipo, cuando dice que «con eterna noche absolvió su condenado pudor».