Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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-¡Querida!, ¿no es hoy el día en que los Croft van a instalarse en Kellynch? Me alegra no haberlo pensado antes. ¡Cómo me habría entristecido!
Los Croft tomaron posesión de la casa con un aparato completamente naval, y hubo que ir a visitarlos. Maria deploró verse obligada a aquello. Nadie podía imaginarse el sufrimiento que eso le causaba. Lo diferiría todo lo posible. Pero no estuvo tranquila hasta que hubo convencido a Carlos de que la llevase cuanto antes, y cuando volvió estaba en un estado de agradable excitación y de alborotadas fantasías. Ana se congratuló sinceramente de no haber ido con ellos. Sin embargo, deseaba ver a los Croft y le encantó estar en casa cuando ellos devolvieron la visita. Cuando llegaron, el señor de la casa no estaba, pero las dos hermanas se encontraban juntas. Sucedió entonces que la señora Croft se apoderó de Ana, mientras el almirante se sentaba junto a María, deleitándola con sus chistosos comentarios acerca de sus chiquillos. Y Ana pudo dedicarse a buscar un parecido que, si no halló en las facciones, reconoció en su voz y en su modo de sentir y de expresarse.