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Las gentes de Uppercross pasaron por delante de las hospederías, entonces desiertas y melancólicas; descendiendo más, se encontraron a orillas del mar, y deteniéndose lo necesario para mirarlo, continuaron su marcha a Cobb, para cumplir con sus respectivos propósitos, tanto ellos como el capitán Wentworth. En una pequeña casa al pie de un viejo pilar, allí colocado desde tiempo inmemorial, vivían los Harville. El capitán Wentworth se volvió para visitar a su amigo, y los demás continuaron su marcha hacia Cobb, donde éste habría de reunírseles más tarde.

No estaban en modo alguno cansados de admirar y vagar. Ni siquiera Luisa creía lejano el tiempo en que se habían separado del capitán Wentworth, cuando vieran regresar a éste acompañado por tres amigos, bien conocidos ya para el grupo a través de las descripciones del capitán, como Mr. y Mrs. Harville y el capitán Benwick, que pasaba una temporada con éstos.

El capitán Benwick había sido primer teniente del Laconia. Al relato que de su carácter había hecho el capitán Wentworth, al cálido elogio que hizo de él, presentándolo como un joven y eximio oficial, a quien apreciaba muchísimo, habían seguido pequeños detalles sobre su vida privada que contribuyeron a volverlo interesante ante los ojos de las señoras. Había estado comprometido en matrimonio con la hermana del capitán Harville, y por entonces lloraba su pérdida. Durante un año o dos habían esperado una fortuna y una mejora de posición. La fortuna llegó, siendo su sueldo de teniente bastante elevado, y la promoción finalmente, pero Fanny Harville no vivió para verlo. Había muerto el año anterior mientras él se encontraba en el mar. El capitán Wentworth creía imposible que un hombre pudiera amar más a una mujer de lo que amó el pobre Benwick a Fanny Harville, o alguien que hubiera sido más profundamente afectado por la terrible realidad. Creía el capitán Wentworth que este joven era de aquellos que sufren intensamente, uniendo sentimientos muy profundos a modales tranquilos, serios y retirados, un decidido gusto por la lectura y una vida sedentaria. Para hacer aún más interesante la historia, su amistad con los Harville se había intensificado a raíz del suceso que hacía imposible para siempre una alianza entre ambas familias, y, a la sazón, podía afirmarse que vivía enteramente en compañía del matrimonio. El capitán Harville había alquilado la casa por medio año; sus gustos, su salud y sus medios económicos no le permitían una residencia lujosa, y, por otra parte, estaba cerca del mar.

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