Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Me dieron ganas de levantarme y darle una palmada en la espalda. Sentí uno de esos renacimientos de absoluta confianza en él que ya había experimentado otras veces.
Daisy se levantó, sonriendo débilmente, y se acercó a la mesa.
—Abre el whisky, Tom —ordenó—. Y te prepararé un julepe de menta. Luego no te sentirás tan estúpido… Dime cuánta menta te pongo.
—Espera un segundo —la interrumpió Tom, violento—. Quiero hacerle a mister Gatsby una pregunta más.
—Adelante —dijo Gatsby, muy correcto.
—¿Qué tipo de conflicto está usted intentando provocar en mi casa?
Por fin hablaban abiertamente y Gatsby parecía satisfecho.
—No está provocando ningún conflicto —Daisy miró con desesperación a uno y a otro—. Lo estás provocando tú. Por favor, contrólate un poco.
—¡Que me controle! —repitió Tom, incrédulo—. Supongo que la última moda es sentarte y dejar que un don Nadie de No sé dónde enamore a tu mujer. Bueno, si la idea es ésa, no contéis conmigo… Hoy día se empieza por despreciar la vida de familia y la institución familiar, y el siguiente paso será tirar todo por la borda y permitir los matrimonios entre blancos y negros.