Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

20 страница из 1361

Miss Baker y yo intercambiamos una mirada relámpago, premeditadamente desprovista de significado. Iba a hablar cuando ella se irguió en la silla, alerta, y dijo «Shhh», avisándome. De la habitación contigua llegaban murmullos apagados y apasionados, y miss Baker se adelantó, sin ninguna vergüenza, para intentar oír. El murmullo vibró en los límites de la coherencia, se hizo más débil, se elevó en una especie de arrebato, y cesó definitivamente.

—Ese mister Gatsby del que usted habla es vecino mío —dije.

—Calle. Quiero enterarme de lo que pasa.

—¿Pasa algo? —pregunté inocentemente.

—¿Está diciéndome que no lo sabe? —dijo miss Baker, sorprendida de verdad—. Yo creía que lo sabía todo el mundo.

—Yo no.

—Ah… —dijo, dubitativa—. Tom tiene una mujer, en Nueva York.

—¿Una mujer? —repetí sin comprender.

Miss Baker asintió.

—Podría tener la decencia de no llamarlo a la hora de la cena. ¿No cree?

Casi antes de que captara el sentido de sus palabras, nos llegó el frufrú de un vestido y el crujir de unas botas de cuero, y Tom y Daisy estaban de vuelta a la mesa.

Правообладателям