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—Lo que más deseo ahora es regresar a Kansas —finalizó—, pues mi tía Em debe temer que me ha sucedido algo terrible, lo cual la hará ponerse luto y, a menos que las cosechas hayan sido mejores que el año pasado, estoy segura de que tío Henry no podrá hacer ese gasto.

Glinda inclinóse hacia adelante para besar el dulce rostro de la niñita.

—¡Bendita seas! —dijo—. Claro que puedo indicarte el modo de regresar a Kansas... Pero si lo hago tendrás que darme el Gorro de Oro.

—¡Con gusto! —exclamó Dorothy—. La verdad es que ya no me sirve, y cuando lo tengas tú, sólo podrás dar tres órdenes a los Monos Alados.

—Y creo que necesitaré sus servicios sólo esas tres veces —respondió Glinda con una sonrisa.

La niña le entregó entonces el Gorro de Oro y la Bruja preguntó al Espantapájaros:

—¿Qué harás cuando Dorothy se haya ido?

—Volveré a la Ciudad Esmeralda, pues Oz me nombró su gobernante y la gente me quiere —fue la respuesta—. Lo único que me preocupa es la manera de cruzar por la colina de los Cabezas de Martillo.

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